En definitiva, es muy importante:
- Dudar para contrastar cualquier información antes de utilizarla.
- Estar alerta ante el peligro de la desinformación y las noticias falsas.
- Hacerte preguntas para confirmar la fiabilidad de la información, teniendo en cuenta los criterios que sean necesarios en cada caso: actualización, relevancia, autoridad, exactitud y propósito.
- No asumir que un formato es mejor que otros. Toda información debe ser evaluada cuidadosamente, incluyendo libros, artículos y sitios web.
- No asumir que las únicas fuentes expertas válidas son las académicas.
- Reconocer tus propios sesgos, quizás generados por los filtros burbuja, y aprender a contrastar los de las fuentes que consultas.
- Pensar siempre antes de compartir cualquier información tanto en tus publicaciones académicas como en redes sociales o en conversaciones habladas. No contribuyas a la desinformación y al ruido.
En junio de 2020 la ONU lanzó una campaña mundial para alertarnos.
Seamos responsables. Evaluemos toda información desde el pensamiento crítico.