La autoridad de la información I
La autoridad no es una característica inherente a una persona o institución, sino que se construye y puede evolucionar, ya que las diferentes comunidades de usuarios/as (en diferentes campos de especialidad o disciplinas) pueden reconocer diferentes tipos de autoridad. Por ello, hay que desligarla de cualquier visión elitista. Además la autoridad es contextual, ya que la necesidad de información puede ayudar a determinar el nivel de autoridad requerido.
Por ejemplo, si tu necesidad de información se refiere a los ingredientes y cantidades precisas para elaborar un tipo concreto de pan, una fuente de autoridad puede ser un/a panadero/a con experiencia.
La autoridad de la información II
Las formas en que interactuamos, creamos, compartimos y usamos la información han cambiado mucho en los últimos años, y seguirán cambiando. En décadas anteriores, la gente ante todo confiaba en la información producida por los/las expertos/as. Estos/as expertos/as pueden ser, por ejemplo, autores/as, académicos/as o periodistas, que tenían posibilidades para distribuir la información que creaban en forma de libro, artículo de revista o programa de noticias, por ejemplo.
Aunque la información creada por los/las expertos/as sigue siendo muy importante, el entorno actual es radicalmente diferente. Piensa en todas las formas en que tú o tus amigos/as no sólo utilizáis información de otras personas, sino que también creáis y compartís información con facilidad: tuits, publicaciones en Instagram, vídeos en YouTube, contribuciones en otras redes sociales… las oportunidades son infinitas.
La autoridad de la información III
Reflexiona siempre acerca de dónde procede la información y quién la ha creado. En algunas ocasiones serán fuentes tradicionales y establecidas, pero muchas veces la información procederá de personas como tú.
En algunos contextos, será importante llegar a entender cómo se construye la autoridad, cómo esa construcción podría estar sesgada (por algún interés o prejuicio), y lo problemático que podría ser esto si no te abres a diversos puntos de vista para contrastar.
Es decir: es importante aprender a determinar la validez de la información creada por diferentes autoridades y reconocer sesgos que privilegian algunas fuentes o autoridades por encima de otras, especialmente en lo relativo al punto de vista, género, orientación sexual y cultural de otras personas.
El escepticismo respecto a los sistemas que han establecido la autoridad y la información creada por ésta es sano, como punto de partida para contrastar las fuentes y su validez.
Por eso, duda siempre y contrasta toda información, tanto en contextos académicos como cotidianos. Todos/as tenemos que asumir nuestra responsabilidad al consumir, producir o compartir información.
La autoridad de la información IV
La autoridad se refiere al nivel de experiencia y credibilidad de un/a autor/a. Investigar de dónde provienen los conocimientos de un/a autor/a puede ayudar mucho a determinar si una fuente es creíble o no.
Algunas recomendaciones para investigar las credenciales de un/a autor/a:
– Indagar (en varias fuentes) sus credenciales académicas para comprobar si es alguien reconocido/a como experto/a en un campo específico (eg. títulos académicos, premios, historial de publicaciones en ese campo, etc.)
– Indagar si es un/a autor/a reconocido/a o citado por otros/as de forma positiva o todo lo contrario.
– No olvidar la validez de las autoridades no académicas, es decir, personas expertas en diversos campos por sus aportaciones prácticas o su experiencia vital.
La autoridad de la información V
Recuerda:
- La importancia del uso ético de la información, para lo cual hay que tener en cuenta la propiedad intelectual, los derechos de autor/a (copyright) y las variedades de licencias de acceso abierto (Creative Commons). (Más información en CREAR/Herramientas y licencias)
- Di siempre NO al plagio. Es un comportamiento reprobable, no ético, que denota inmadurez y falta de rigor.
La autoridad de la información VI
Por ello:
Como parte de tu comportamiento ético en el uso de la información, no olvides la importancia de citar tus fuentes, tras haberlas contrastado.
Si haces uso de información que tiene propiedad intelectual de otras personas, por ejemplo, libros, periódicos, revistas o artículos de revistas -en línea o impresos- se les debe dar la debida atribución. Si empleas información proporcionada por una persona experta que no procede del ámbito académico y te autoriza a hacer constar su identidad, siempre puedes hacer constar la debida atribución agradeciéndoselo.
Para contribuir a un entorno inclusivo y respetuoso, al acreditar la autoría de la información aporta siempre los nombres de pila completos.